Astrid Álvarez Hernández ha pasado por Ecopetrol y el Acueducto de Bogotá. Ahora, al frente del mayor conglomerado energético del país, habla de cómo el éxito es el tiempo compartido entre la profesión y la familia junto con la conciencia social.
El grupo energía de Bogotá se lidera con mucha pasión; a nosotros aquí y a mí me gusta levantarme con todo el ánimo. Alguna de las empleadas dice que es como si los obstáculos me dieran más gasolina para seguir, para salir adelante; esto es lo principal. Pasión y emoción para lograr las metas.

He sido muy afortunada, porque desde que salí de la universidad, incluso cuando estaba estudiando, me decían que era la única estudiante con oficina.

Eso porque logré tener muchas monitorías y lideraba muchos grupos dentro de la Javeriana, que fue donde estudié ingeniería civil. Una vez salí, pude tener un cargo gerencial, porque yo era gerente de una planta de concreto.

Mi primer jefe fue el doctor Daniel Boada, quien ya murió. Me contrataron en ventas, pero yo les dije: “No, cinco años de ingeniería no son para vender”. Yo quería operar y entonces me dijeron: “Este es su cargo”. Y fui de las primeras mujeres en el campo operativo del negocio del concreto tanto en Bogotá como en el resto del país, porque me dieron la confianza.


Después de esos cargos, estuve mucho tiempo en el sector privado, en concreto y minería, en zonas fuertes, con muchos hombres operativos y pocas mujeres en ese momento.

Luego me fui a estudiar, a hacer mi maestría en temas de administración, luego me interesé mucho por los temas de medio ambiente, porque otro de mis jefes me hizo ver que me gustaban las relaciones con la comunidad, tener acción sobre los temas ambientales, y me dijo que sería muy bueno que me especializara y también le hice caso. Y me sirvió mucho en la segunda parte de mi trabajo.

También estuve al frente de la empresa de Acueducto de Bogotá y de este tengo los mejores recuerdos, seis años; quizá he sido la única mujer gerente del Acueducto después de 100 años de organización. Eso para mí fue importantísimo en un equipo maravilloso que tuvimos.

Fueron seis años en que se logró el conocimiento con el plan estratégico de largo plazo. De allí hay miles de experiencias y también en Ecopetrol, porque me pusieron a retarme no como la gerente general, sino como la líder de un proceso que se llamaba abastecimiento.

Consistía en reformar todo el proceso de contratación de Ecopetrol en un contexto nacional. Todo eso fue muy emocionante, a pesar de que los dos sectores son muy machistas.

Había grandes ingenieros, muchas obras y pocas mujeres las que tomábamos decisiones, pero yo he tenido una gran fortuna y es que he contado con maravillosos jefes hombres, no he tenido la primera mujer jefa; esos hombres han confiado plenamente en mí.

Tener jefes como el doctor Boada, Sergio Uribe, Antanas Mockus, el alcalde Enrique Peñalosa, el doctor Isaac Yanovich en Ecopetrol; todos ellos son personas que apuestan por la mujer, creen en la mujer y le tienen mucha confianza. No ha sido fácil, la mayoría de momentos fueron muy positivos, pero también algunos en que una se desilusiona de algunos hombres líderes en las organizaciones. Creo que debemos darles más cabida a nuestras mujeres en las posiciones de liderazgo.

En el negocio de Transmisión no había ninguna mujer; ahora ya tenemos dos y eso es importante, que se puedan formar dentro del grupo. En los otros países hay un incremento importante de mujeres en cargos de gran decisión. La vicepresidenta jurídica y todo el equipo jurídico de la matriz de la Empresa de Energía de Bogotá son, en su mayoría, mujeres. Entonces, yo hago también una tarea en que más mujeres y hombres competitivos podamos entrar. Eso de tener hombres en unos roles y mujeres en otros, le hace mucho bien a la empresa.

Entiendo que ha sido muy cercana a la Fundación Javier de Nicoló.

¿Qué hace usted ahí?

En esencia, un líder, además de gustarle y tener que trabajar con las comunidades, debe ayudar a esas comunidades.

Tenemos un voluntariado social y eso me mueve, porque siempre he sido una abanderada de los chicos de la calle. Ellos no están ahí porque lo quieran.

Por eso, el Grupo Energía de Bogotá apadrina a Idipron.

Esta institución para la protección de la niñez depende de la alcaldía de Bogotá y tenemos una acción conjunta: un edificio en comodato para que puedan operar, temas administrativos y una parte de la esencia, el tiempo que yo le sacó, que no es de mi compañía, para hacer voluntaria social.

Una empresa sin sensibilidad no podrá ser una empresa exitosa.

Si usted fuera docente en una clase de liderazgo, ¿qué mensaje dejaría?

En primer lugar, pasión por lo que se hace, no importa el rol, y, segundo, disciplina. Si uno es juicioso y riguroso, toda saldrá bien. Esas son las dos claves del éxito. Debemos ser sensibles a los que nos rodean. No se puede ser exitoso, si los que nos rodean están sufriendo.

¿Una líder como usted nace o se hace?
La verdad, se hace. Hay muchas cosas en los genes y en el carácter de uno, hay unos que son más fuertes, otros son más apasionados, pero al final la experiencia hace mucho. Invito a muchos jóvenes a que aprovechen la experiencia, la de otros, el hacer. El que no sabe hacer difícilmente logrará los objetivos.

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